“El Carbonero”, canción considerada por muchos salvadoreños como el segundo himno nacional, fue creación de don Pancho Lara, nacido en 1900 en la hacienda La Presa en Santa Ana, poeta y músico al que se le atribuyen alrededor de 400 composiciones, muchas infantiles y las mas famosas de perfil folclórico y popular. La canción, escrita en 1934, es digna del análisis hermenéutico.
El nacimiento de “El Carbonero” coincide en su plano temporal-histórico con la dictadura del Gral. Maximiliano Hernández Martínez, célebre por haber cometido el etnocidio de más de 25 mil indígenas en enero de 1932 y cuyo gobierno, iluminado por la adaptación caricaturesca de la teosofía, continuó hasta 1944.
¿Pero qué dice la letra de El Carbonero?, en síntesis trata de un personaje de orígenes humildes que baja de las cumbres cargando carbón de madera que venderá en las calles de pueblos y el mercado. Y mientras desciende viene “enredando horizontes y cruzando vallados adonde gime el torogoz”, mítica ave, adoptada como nacional desde 1999. La historia y la letra son sencillas, pero están preñadas de un enorme simbolismo, lo que nos lleva a varias interpretaciones: la primera, se refiere al extinto oficio de carbonero heredado de la época de la colonia, en otros lugares como España, México y Argentina el trabajo de carboneroera extenuante pero bien remunerado. Antiguas coplas populares españolas describen su deambular por las calles: “Carbón de encina, cisco de roble la confianza no está en los hombres. No está en los hombres, ni en las mujeres, que está en el tronco de los laureles”. La segunda, el carbonero pregona orgulloso de que su “carboncito negro vierte lumbre de amor y es de nacascol, chaperno y copinol”, está relacionada al comercio de un recurso natural: el uso indiscriminado de la leña como método de cocción y la generación artesanal de carbón vegetal, costumbre alentada por la pobreza, que prevalece en el 92 % de hogares rurales y que ha sido una de las causas para que El Salvador sea el país mas deforestado de Centro América. La tercera, el cuestionado estribillo “sí, mi señor” que denota la sumisión del campesino-carbonero ante un sistema de producción impuesto por el corvo y el fusil,
El Salvador de 1931 a 1979 estuvo gobernado por militares y su economía se basaba en el monocultivo del café. Pero, ¿de qué otra forma se expresaría alguien sometido a las tiendas de raya y a condiciones de vida o de muerte cercanas a la esclavitud?. La cuarta, la exaltación de lo bucólico como uno de los hilos rítmicos y conductores de la letra, la contemplación del paisaje alentando el espíritu del solitario trajinar del carbonero. Impresiona la capacidad lírica y el poder de concreción de don Pancho Lara, quien murió el 12 de mayo de 1989 y que fue declarado Hijo Meritísimo de El Salvador un mes después. “El Carbonero” es un legado que no debe desdeñarse, a pesar de la espantosa paráfrasis perpetrada por un partido político en ciernes, un crimen de lesa cultura, cuando los odios escupían sangre y la guerra civil iniciaba.
EL CARBONERO Música y letra de Pancho Lara Soy carbonero que vengo de las cumbres, si señor, con mi carboncito negro que vierte lumbre de amor. De las cumbres del Rosario, de otros pueblos y el volcán, bajo siempre solitario a venderles mi carbón. Si mi señor, es buen carbón. Cómprelo usted, de nacascol. Y de chaperno y de copinol. Todo señor es buen carbón. Cuando vengo por los montes con mi carga de carbón, vengo enredando horizontes en mi largo trajinar.. Me cruzo por los vallados donde gime el torogoz y cuando llego al mercado les pregono con mi voz. Si, mi señor, es buen carbón. Cómprelo usted de nacascol. Y de chaperno y de copinol. Todo señor es buen carbón.
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