jueves, 16 de octubre de 2014

La Cabala

La Cabalá no es misticismo, es una ciencia.  Es una manera de conectarse directamente con eventos que nos parecen mágicos e insondables porque, en nuestro actual estado de conciencia, no entendemos cómo funcionan. Sería lo mismo que alguien llevara un encendedor a una tribu viviendo en un lugar apartado en donde nunca hubieran visto un artefacto de este tipo. Esta persona sería considerada como el dios del fuego, o alguna mística criatura que puede aparecer llamas en sus manos. Esto significa que se trata simplemente de lo que está oculto y lo que está revelado.
La Cabalá no es magia. La magia implica el uso de Fuerzas Superiores ocultas para manipular a la gente, conseguir lo que se desea y obtener determinados resultados para beneficio personal en detrimento de otra persona.  Sin embargo, es imposible conectarse con las Fuerzas Superiores a menos que el hombre cambie su naturaleza moral interior. El alcance dentro de la Cabalá es una cuestión de transformación interior y no existe la posibilidad de acercarse a esta fuerza sin ese requisito. Por lo tanto, no hay relación alguna, como no sea en la  imaginación.

Solamente unas cuantas personas tienen permitido estudiar la Cabalá y  una de las condiciones es ser judío. Lo anterior no es exacto, ya que todos  los cabalistas  han enseñado a alumnos que no eran judíos de nacimiento. Algunos de los grandes cabalistas, de hecho, fueron gentiles de otras naciones, como Unjelos, el Rabí Akiva y la lista continúa.  Todos los cabalistas aceptaron estudiantes que fueran dignos, no por sus atributos físicos, sino por un atributo interior que se llama "Yejud", o "Yehud" y lo explicaremos más tarde.

Es necesario tener una maestría en sabiduría, Guemará, Mishná, etc., antes de iniciar los estudios de Cabalá.  Si usted no entiende lo que está escrito en la Torá o la Guemará, tampoco entenderá la Cabalá. Por lo tanto, no es que el conocimiento previo de estas sabidurías sea indispensable, es que no se puede descubrir la espiritualidad en estas sabidurías.  Se debe acudir a los libros que hablan sobre espiritualidad de tal forma que el estudiante no la pueda confundir con temas de este mundo, como sería el caso del lenguaje de la Torá, o el lenguaje de las historias en la Haggadá.

En lo que respecta a los amuletos, el uso y manipulación de números y letras para protegerse de la maldad, todo esto es total y completamente opuesto a las enseñanzas de la Cabalá. De hecho, está completamente prohibido. Se considera idolatría intentar utilizar las Fuerzas Superiores por alguna razón egoísta y personal. Por lo demás, no existe nada de lo que uno tenga que protegerse.  Los artículos como el agua bendita, los amuletos, hilos rojos, etc., son cuestiones psicológicas y nada tienen que ver con la Cabalá.

Y finalmente, se relaciona a la Cabalá con las enseñanzas orientales, pues debido a la ignorancia, se la asoció con el Budismo y con algunos aspectos del Hinduismo que tratan abiertamente sobre espiritualidad. Pero se debió a que la espiritualidad, como la explican los libros cabalistas, no se había revelado.


¿Qué es la Cabalá?

A pesar de que sus orígenes se remontan a tiempos ancestrales, a la época de la antigua Babilonia, la sabiduría de la Cabalá ha permanecido virtualmente oculta de la humanidad desde que apareció hace más de cuatro mil años. De hecho, hasta la fecha sólo pocas personas saben realmente lo que es la Cabalá.
Durante milenios se brindó a la humanidad una amplia variedad de servicios bajo el nombre "Cabalá": hechizos, maleficios, e incluso milagros. En realidad, se ha ofrecido todo menos el verdadero método de la Cabalá. Por más de cuatro mil años, el significado de la palabra "Cabalá" ha sido malinterpretado debido a conceptos totalmente equivocados.
Por lo tanto, antes que nada, la sabiduría de la Cabalá tiene que ser esclarecida. El cabalista Rav Yehuda Leib HaLevi Ashlag, Baal HaSulam, nos proporciona la siguiente definición en su artículo, La Esencia de la Sabiduría de la Cabalá:

Esta sabiduría no es ni más ni menos que una secuencia de raícque se descuelgan a manera de causa y efecto en reglas fijas y determinadas, entretejiéndose en una única y exaltada meta descrita como "la revelación de Su Divinidad a Sus criaturas en este mundo".

En un lenguaje más sencillo podemos decir que existe una Fuerza Superior, que abarca todo, o "el Creador", que gobierna el todo lo que existe en la realidad. Todas las fuerzas del mundo descienden de esta fuerza exhaustiva. Algunas de estas fuerzas nos son familiares, tales como la gravedad o la electricidad, mientras que existen fuerzas de un orden Superior que actúan al tiempo que se mantienen ocultas de nosotros.

La Cabalá posee el mapa o el conocimiento sobre estas fuerzas ocultas; la forma en que están estructuradas y la leyes mediante las cuales nos influyen. Nos enseña cómo desarrollar un sentido especial para percibir estas fuerzas y, finalmente, descubrir su único propósito: conducirnos a la revelación del Creador mientras vivimos en este mundo.Según la tradición, las verdades de la Cábala fueron conocidas por Adán. Lo que su mente pudo contener, ninguna mente desde entonces pudo. No obstante, pudo transmitir nada más que una parte muy tenue de ese conocimiento a algunas de las grandes almas que descendieron de Él, tales como Janoj y Matusalén. Ellos fueron los grandes maestros quienes enseñaron a Noé, quien a su vez enseñó a sus propios discípulos, incluyendo a Abraham. Abraham estudió en la academia del hijo de Noé, Shem, y mandó a su hijo Isaac a estudiar ahí también. Isaac a su vez mandó a su hijo Jacob para que estudiara con Shem y con su bisnieto, Ever.

Adán, Noé, Avraham, estos fueron los padres de toda la humanidad. Por eso encontrarás pizcas de las verdades que ellos enseñaron donde sea que la cultura humana haya llegado.

De todas maneras, la fuente esencial de la Cábala no es ni Adán ni Noé y ni siquiera Abraham. Es el evento en el Monte Sinaí, dónde la esencia primaria del cosmos fue develada para que toda la nación la vea. Fue una experiencia que dejó una marca indeleble en el psiquis judío, moldeando todo nuestro pensamiento y comportamiento desde entonces.

En el Sinaí, la sabiduría interior dejó de ser una cuestión de intuición o revelación privada. Llegó a ser un hecho que entró en nuestro mundo y se transformó en parte de la historia y experiencia de mortales comunes.

Es por eso que la Cábala no puede ser considerada una filosofía. Una filosofía es producto de mentes humanas, algo con el cual cualquier mente human puede jugar, apretando y estirándolo de acuerdo a los dictámenes de su propio intelecto e intuición. Pero Cábala quiere decir aquello que fue recibido. Recibido no simplemente de un maestro, sino del Sinaí. Una vez que un discípulo haya dominado el camino de esta sabiduría recibida, el o ella puede encontrar las maneras de extenderla tal como ramas del árbol brotan de su tronco. Pero siempre será un crecimiento orgánico, nunca alterando la vida y forma esenciales de ese conocimiento. Las ramas, ramitas y hojas irán justamente dónde corresponde para ese tipo de árbol, un arce nunca se convertirá en un roble, un discípulo nunca revelará un secreto que no estaba ya oculto en las palabras de su maestro.El deseo del hombre es religar el mundo con Dios, hasta que su presencia aquí abajo sea real, unir el cielo y la tierra, realizando la unión total. Cuando el hombre abandonó el extremo de la chalchelet, separó las regiones opuestas del universo. El hombre que ha accedido al rango de creador, que se ha hecho semejante a Dios, recae en el estado de criatura. Atraído por la fuerza de gravitación de la tierra, sufre una caída. La divinidad abandona el mundo, regresa a los cielos, porque el hombre aparta los pies de la Chehina, porque destruye la morada que Dios ha querido tener en la tierra. Pero Dios que “oculta su rostro” al hombre, reanima su amor y le invita a volver a Él. Nuevamente el hombre recoge los anillos de la cadena que le ofrece, en virtud de sus “méritos”, restablecer el contacto entre él y Dios, entre su mundo, inferior, y el de Dios, superior.

             Cada hombre, como individuo, y cada pueblo colectivamente, debe conservar la relación con Dios, a Israel le corresponde por responsabilidad porque es parte del Señor; “Jacob es la cuerda de su heredad”. Situado en el centro del mundo; es el corazón de las naciones, que en virtud de su existencia, materializa el plan que Dios concibió en la creación. La vocación de Israel: evidenciar ante los hombres y las criaturas “de toda carne”, la finalidad que Dios se asignó al crear el mundo y situar al hombre en él: “Vosotros sois mis testigos, dice el Eterno, y el servidor que yo he elegido, para que lo sepáis, me creáis y comprendáis que soy Yo… El pueblo que hice para mí y para que cante mis alabanzas”. Dios se muestra a Israel para que Israel lo presente ante el mundo. Para realizar el mandaro de allanar el camino a los demás pueblos, Jacob debe permanecer fiel a la Tora. esto garantiza, por una parte, la seguridad de Israel y, por otra, le mantiene bajo vigilancia, ofreciéndole  los beneficios de la certeza y las ventajas de la incertidumbre.

Para los modernos hassidim, la Cábala significa “aceptación del yugo del reino de los cielos”.

Ese yugo es la Tora, la ley (rigurosa, formal y general), y los Mitsvot (Mandamientos, de alcance individual, que emanan del amor de Dios y se realizan en el amor de los devotos hacia Dios)

La severa Tora se convierte en una la obra de “caridad” de un Padre misericordioso Ramana Amar. Sus hijos identifican la Ramana con Dios. Cuando cumplen sus preceptos exclaman gozosos: Ramana tsitva “la Tora-Dios lo ordena”, y así realizan su unión al efectuar lo que el Zohar llama  “la unidad entre Dios, la Tora e Israel”. El hombre de la Cábala se compromete ante Dios para la realización de su Tora. La Salvación que espera de Él no debe desligarse de su condición humana, sino que le permitirá su plena consumación. Su compromiso es personal, único e inmediato: insertado en un pacto antiguo, general. La antigua alianza (Tora) libremente renovada (sus cláusulas, los mitsvot  “mandamientos”). Cada israelita participa de la función cósmica de todo el pueblo. Si no existiera la Tora el mundo no hubiera sido creado; si Israel no existiera, el mundo no hubiera subsistido. El mundo fue concebido para que el género humano, en su conjunto, realizara la Tora, confiada al “primogénito” de la familia humana.

Como ley cósmica, la Tora encierra en sí, hasta en sus letras y tildes, las mismas fuerzas que rigen el mundo de la naturaleza y los principios que gobiernan la ley moral de cada israelita y que están destinados a todos los hombres y a todos los pueblos. Por la acción de Israel, los ámbitos de la naturaleza y de la moral, que habíamos separado, reaparecerán en su unidad como antes de la Caída, y entonces ya no habrá distinción entre materia y espíritu.

La cadena de la Cábala representa la naturaleza espiritualizada y el espíritu concretizado. El propio Dios penetra la realidad inferior, se “realiza”; el hombre puede contemplarse en el espejo celeste sin dejar la tierra. En el mundo inferior el hombre cuida su semejanza con Dios, y colabora con Él en la dirección del Cosmos. Dios se humaniza en el hombre y éste se diviniza en Dios.

El hombre puede elevarse al nivel “hombre de Dios, que no hombre Dios, y Dios es el Dios del hombre que no Dios hombre. La realidad divina y la realidad humana son interdependientes: “Vosotros sois mis testigos y Yo soy Dios” dice el Eterno por boca de Isaías , y los sabios añaden un sí “¡Si vosotros sois mis testigos, Yo soy Dios!”. En la medida en que el hombre lo acepta, Dios es la realidad de este mundo.

Es verdad que el hombre puede trepar por la escala hasta los cielos, pero necesariamente habrá de descender de nuevo. El hombre de la Cábala no se une a Dios, no realiza la unión mística, perdiéndose en lo Absoluto; sino que aspira a realizar su condición activa de hombre de Dios mediante el “encadenamiento” (devekut), estableciendo una relación activa con Él, no se abisma para despersonalizarse, sino recuerda humildemente que es el “hijo del Rey”, y acrecienta su valor.

La devekut, el encadenamiento, es un modo de vida “Ama al Eterno, tu Dios, escucha su voz, átate a Él: es la condición de tu vida y de tu longevidad; así sólo permanecerás en el país que el Eterno juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob…”. Esta relación entre Dios y el hombre es dinámica, pero no desordenada. Condición vital, que se transforma en acto de vida, en el proceso de su realización..

Dios es amor y objeto de Amor afirma H Bergson. Pero el amor de Dios marca el desembocar de toda creencia religiosa en un dios personal y, en definitiva, toda religión tiene un fundamento místico incontestable, porque presupone la fe en el Absoluto, y relaciones entre hombre y divinidad.

En la Cábala, el amor de Dios no es ni verdaderamente místico, ni simplemente religioso, sino amor inteligente, la unión creadora se pliega a la voluntad divina reafirmándose: “Haz su voluntad como la tuya, y Él se encargará de ejecutar tu voluntad como la suya

La devekut se manifiesta en el encuentro en la tierra, Dios desciende hasta el hombre, cuyo vaso purificado, santificado recibe el manantial de gracia divina.

El hombre de la Cábala no se libera de su condición humana; se conforma con dominar sus instintos, y utilizarlos en un sentido moral, el de la santidad. Santidad que debe realizarse en vida, respetando con lealtad, sin exageración, la Ley que debe gobernar su vida, preparándose en esta vida para gozar de la felicidad eterna, reservada a los justos.

No practica únicamente un misticismo interior, también se dedica al estudio de la Tora intentando ahondar en los secretos de su enseñanza, para tras recoger las “perlas” orientar en la acción, su aplicación. Los estudios no conducen al saber, sino a la conciencia de la propia ignorancia. “Lo que está a la vista llama a los ojos; lo que está oculto atrae al saber”. Saber es introducción al no-saber. El hombre de la Cábala llega, a través de la búsqueda intelectual, al grado que le supera, al que sigue el descubrimiento de secretos: el grado de la simplicidad  “porque lo verdadero es simple”

La Cábala ha sido llamada la hohmat ha-emet, la “ciencia de la verdad”, tiende a conocer la verdad divina; y se interroga sobre el origen del mundo, su organización y su fin; y sobre las relaciones entre Dios.-mundo y hombre; y el lugar que el hombre ocupa en el universo.

Para el hombre de la Cábala la omnisciencia es irrealizable, pero la ausencia de saber es imperdonable: es el buscador despierto que quiere penetrar su esencia,  llegar hasta su vida interior, entroncada con la realidad universal. Ser místico, que sitúa la intuición, la visión de la realidad por el espíritu, encima y más allá de la razón. No se deja por esta aprisionar, ni fascinar por la intuición, se sirve de ambas como instrumentos complementarios de investigación.

Los judíos sitúan la razón en el corazón. La razón se supera a sí misma para devenir razón superior. La simple razón concibe objetos individuales, finitos,, analiza lo real; la razón superior se abre al infinito, abraza la realidad superior sin precisar destruir sus fundamentos, pues no puede ser separada de lo real, sino que refuerza su simple razón, favorece el acercamiento al conocimiento total.

La religiosidad del hombre de la Cábala corresponde a la intensa vida del espíritu como la superación de un estadio puramente afectivo, psico-fisiológico.

La Cábala no concibe “iluminaciones repentinas” que hacen la razón inútil. Sino que estos relámpagos de intuición sobrevienen por gracia divina, siempre por merecimiento, pero sin estar pendiente de tales prodigios pues podrían no presentarse. La comprensión de lo -visible e invisible- se consigue por continuado esfuerzo. La luz divina “or” o “oraita ilumina sin deslumbrar, es esplendor, descansa la mirada. Esta luz” clara  está reservada sólo a los justos.

Los mandamientos o mitsvot están íntimamente relacionados a órganos humanos, complementados y condicionados como un todo vivo. Si el hombre profana un mitsvat, debilita uno de sus órganos, y viceversa. Las enfermedades morales y físicas son paralelas. El cuerpo de Israel es místico, posee un alma que tiene su raíz en Dios.

La oración matinal del judío, es: “¡Oh Padre nuestro, Padre misericordioso! Ten piedad de nosotros, y da a nuestro corazón la inteligencia y la sabiduría necesarias para escuchar, aprender, enseñar, observar, ejecutar y cumplir con amor todas las palabras de la Tora. ¡Ilumina nuestro ojos en el sentido de la Tora, y ata nuestro corazón a tus mitsvot!”

El Cabalista (lo que debe ser), más aún que el hombre de la Cábala (el que será), penetra el paraíso de la Tora, para recoger sus secretos místicos, y descubrir el significado profundo de los mitsvot.

La Cábala da un sentido práctico de la vida, su finalidad es ética, su resorte la acción, es una meditación de la Tora para asegurarse cumple con lo que está escrito, en cuyas letras concentran su atención. Meditación que debe desembocar en la acción creadora. Nos revela su interpretación del “relato de la creación” (Génesis)y del “relato del carro” (visión del carro divino. Ezequiel)  ambos ma’assé, “hecho”. Narra un hecho que llama a la acción, partiendo de la acción divina que continúa en la acción humana. La Biblia habla siempre el lenguaje del hombre.

La Cábala no debe ser un coto cerrado sólo asequible a ciertos iniciados.

Los poderes espirituales y sociales de los jefes religiosos del pueblo judío, desde los profetas, nunca fueron hereditarios.

La Tora ha sido revelada a todos los israelitas, “Moisés ha dado la Tora, herencia de la asamblea de Jacob”, compuesta como hermoso cántico (agada, narración poética) y dictada como severa ley (halaha, interpretación jurídica). En la época talmúdica los esenios (primeros hassidim) instituyen la halaba. Hoy, los defensores más acérrimos de la Ley son los propios místicos del hassidismo. Quienes ante un exceso de formalismo, recuerdan el gran principio talmúdico Ramana liba bai “Dios misericordioso exige el corazón”, recuerdan a los profetas de Israel: …”y iuesto que este pueblo se acerca a mi con la boca,… pero su corazón se mantiene apartado de Mí,…”.

Profetas y cabalistas reclaman la aplicación auténtica de la Ley, a la que debe acompañada la “intención” (kavana) sincera y orientada. Los grandes renovadores de la Ley judía fueron precisamente Cabalistas eméritos y defensores de la Cábala, de la Tradición. Los sabios de Israel son, por lo general, agricultores o pequeños artesanos. La Tora fue dada al hombre por Dios sin remuneración alguna, y permanece accesible a todos. Los hassidim nunca formaron una secta, no se organizaron en castas cerradas, sino que surgieron del pueblo, con el que conservaron su contacto y vivieron para él

Los místicos judíos son legisladores y luchadores, hombres de acción, pero aún siguiendo el camino de su pueblo se les designa como “separados” (peruchim), como a los santos, se les distinguen por las respuestas prácticas que dan a las exigencias de la vida cotidiana, y el pueblo sigue su ejemplo. El pueblo en onjunto también es un pueblo peruchim, de separados, distinguido entre los demás.

La Cábala se dirige ante todo a los iniciados, a los “separados”.Los propios profetas tenían prohibido guardar para sí la profecía, debía comunicarla al pueblo como dignos de recibir la gracia. Misión de todo verdadero profeta y cabalista, en su deseo de que todos merecen la gracia

El judaísmo es una religión abierta, la realización humana está al alcance de cada uno, pero algunos estudios de la Tora exigen madurez intelectual, firmeza moral y agudo sentido de responsabilidad.

La Cábala insiste en la salvación de la persona, por pleno desarrollo de la personalidad humana. El hombre es conducido hacia sus fuentes celestiales, que sólo alcanzará en el más allá.

La salvación individual es inseparable de la salvación de la comunidad, La comunidad la obtiene agrupando las personalidades realizadas individualmente a la luz de un ideal común.

La estructura y objetivo de la Cábala son cósmicos, pues sus ideales son universales, sin que ello obstaculice la libertad de cada hombre y pueblo. “llegará el día en que muchas naciones se ligarán al Eterno y serán su pueblo; y Él habitará en ti…”. Pero aunque los pueblos realicen su alianza, su devekut, Israel centro de la morada terrestre de Dios, seguirá siendo el pueblo que ha elegido profundizar en la mística de la Ley divina y revelar la legalidad del Misterio divino.No hay consenso acerca de su génesis o del rol que representa en la jerarquía del cielo y el infierno.


  • En la versión talmúdica leída por el erudito karaíta Kirkisani, Metatrón es una figura misteriosa llamada «YHWH menor».


Curiosamente, el término hebreo metátron es numéricamente equivalente a Shaddai, de acuerdo con el gematría hebreo, por lo que se dice que tiene un ‘nombre como su amo’.

El Talmud también registra un incidente con Elisha ben Abuya, también llamado Aher (‘otro’), de quien se decía que había entrado en el Paraíso y había visto a Metatrón sentado (una posición que en el Cielo sólo se le permite a Yahvé mismo). Por lo tanto Elisha ben Abuya consideró que Metatrón era una deidad, y dijo: «¡Realmente hay dos poderes en el cielo!».

Los rabinos explican que a Metatrón se le permitió sentarse debido a su función como escriba celestial, que registra todos los hechos de Israel.

De acuerdo con una doctrina judía, Enoc fue llevado por Yahweh y transformado en Metatrón. Sin embargo esta opinión no es compartida por muchas autoridades talmúdicas.

También parece que existen dos Metatrones, uno de siete letras y otro de seis. El primero sería el Metatrón primordial y el segundo Enoc.

El Zohar llama a Metatrón «el Joven», y lo identifica como el ángel que guió al pueblo de Israel en el desierto, luego del éxodo desde Egipto, y lo describe como un sacerdote celestial.

También se menciona a Metatrón en los Seudoepígrafos, principalmente en el hebreo Libro de Enoc (también llamado el Tercer Enoc), en el cual reaparece su título como «el YHWH menor».

De acuerdo con Johann Eisenmenger, Metatrón transmite las órdenes diarias de Yahwéh a los ángeles Gabriel y Rafael.

A veces a Metatrón se lo identifica como hermano gemelo de Sandalfón, quien se dice que fue el profeta Elías.

Según el escritor Robert Graves, el término metatron sería una corrupción hebrea del griego metradromos (‘el que persigue con venganza’) o de meta ton thronón (‘más cercano al trono’).METATRÓN:

Uno de los libros “Nueva Era” sobre los que Texe Marrs se enfoca es el de Las Claves de Enoc (El Libro del Conocimiento) de J.J. Hurtag.

Se cita allí: “¿Quien es esta Inteligencia Suprema que sellará las mentes de los discípulos Nueva Era enviándoles una Imagen ‘divina’?”. En Las Claves de Enoc le llaman ‘Metatron’ y en la antigua literatura ocultista no es otro más que Lucifer o el Diablo. A Metatrón se le conoce como la ‘Mano Izquierda del Padre’, una postura claramente opuesta a la del Jesús que se sienta a la diestra de Dios Padre… Metatrón es simplemente un sinónimo para una entidad malévola quien fuera conocida entre los sacerdotes y sacerdotisas de la antigua religión pre-cristiana wicca y la de los Misterios Babilónicos.

Las Claves de Enoc especula sobre la forma cómo las personas pueden llegar a “cristificarse” convirtiéndose en el “Cuerpo de Luz de Enoc”. Existen varias teorías en cuanto al origen del nombre Metatrón (variaciones: MTTRVN, Methraton, Meetatron, Metraton, Metrator and Merattron). También se sugiere el nombre latino “Metator” (“Guía” o “Medidor”). En su traducción del Tercer Libro de Enoc, Odeberg sugirió que era un metonimia de una frase judía con el significado de “pequeño YHVH” (pequeño Yahvé o Jehová). Enoc 3, capítulo 48, cita más de 100 nombres para Metatrón, quien se describe como el ángel de mayor jerarquía en el cielo.

En el Génesis 5:24, el patriarca Enoc es transportado al cielo y convertido en el ángel Metatrón. Metatrón es el ángel oscuro quien luchó contra Jacob en Génesis 32, el observador mencionado en Isaías 21 y probablemente, el ángel referido en Exodo 23:22. En El Talmud, Metatrón es un ángel mayor, quien hace de puente entre Dios y el hombre, aunque El Talmud evita identificar a Enoc con este ángel. En La Clave Mayor del Rey Salomón, él es un ángel del orden de los querubines, conocido como el Príncipe de los Angeles, o el Vice Regente del Shaddai, el Príncipe de las Fases o de los Rostros y quien además funge como el guardián (masculino) mano derecha, del Arca de la Alianza (y Sandalfón, como el guardián de la mano izquierda).

Metatrón es un nombre usado en la consagración de rituales mágicos y se halla inscrito en el Grimorium Verum del Espejo de Salomón. La Orden Hermética de la Golden Dawn considera a Metatrón como el arcángel principal de la Sephira Kether, como el querubín luminoso, guardián del pilar blanco de Jachin, o uno de los tres arcángeles del Cholem Yesodoth. De aquí que Metatron reciba la denominación de demonio o diablo. 

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